sonriendo de camino a casa

mientras caminaba hacia la puerta pensé en ella y se me ocurrió llamarla para ver que hacía. estaba en su apartamento esperando un compañero de clases para estudiar de su clase de matemáticas. le dije que me apenaba, pues me hubiese gustado verla, invitarla a un helado. meditó un momento y luego me dijo que estaba bien, que pasara a recogerla y pasó a recitarme las direcciones para llegar a su apartamento. vive cerca de la universidad.

vestía una falda y camisa de mangas tres cuartos, no llevaba mucho maquillaje, tenía unas chanclas metededo y sus piernas lucían muy bien. sonreía y yo, atontado por ella, buscaba torpemente por donde comenzar una conversación. hola ¿a dónde prefieres ir?

Baskin Robins era un desastre. el aire acondicionado no servía y el local tenía un pésimo aspecto. parece que los dos pensamos lo mismo, pues nos dimos una vuelta y salimos por donde entramos. decidimos que Piu Bello en Condado sería una mejor opción, además de ser un mejor ambiente para conversar. nos sentamos adentro, mirándonos de frente. ella escogió un helado de parcha, yo de cheesecake de fresa, algo poco común, pues no suelo cambiar mucho una vez sé lo que me gusta.

la conversación fluyó fácilmente y me sentía tan cómodo que mi sonrisa me delataba. el tiempo pasó un poco rápido y ya era hora de seguir con nuestras vidas. tomé todas las consideraciones de un caballero con el temor de caer en lo ridículo, pero creo que ella se sintió bien. al llegar a su casa, nos despedimos con un abrazo, un besito en el cachete, una mirada y una sonrisa de complicidad. esperé a que entrara a su casa y sonreí todo el camino de vuelta a la mía.