
se me van las palabras
desvirgando mariposas,
haciendo cuentos
de mis labios,
siendo nada,
en un silencio perfecto
de pensamientos turbios
e inefables versos
donde queda mi alma
rasa,
incendiada,
enclaustrada,
entregando
estas cuatro estaciones,
dedicando
estas doce lunas,
regalando
estos cincuenta y dos Domingos
que he pasado
esperando a alguna
que me haga caer
gota a gota
labio a labio
beso a beso
en sus rezos y oraciones
a ese Espejo de Vida
en el cual me habré de mirar
ocho veces acostado.
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